Este ha sido mi segundo año de voluntariado en Mozambique, en el
centro de nutrición infantil de las Misioneras de Jesús y María
(Pilarinas) en Nacala.
No puedo olvidar que también tengo ciertos momentos bajos de ánimo.
La realidad es que se ven demasiadas calamidades. Como compensación, muchas de ellas se solucionan con resultados que a veces son verdaderos milagros. Es increíble en el poco tiempo que se recupera un niño, cuando en ocasiones llegan casi como un cadáver... Y llena de ilusión ayudar a recuperar una vida.
Otro lado que me afecta anímicamente es la separación de los pequeños una vez recuperados, aunque sea parte del proceso. Se les manda a su casa pero ya para entonces los siento un poco míos, con la dificultad añadida de saber que no volveré a verlos.
¡La recompensa personal de haber colaborado en un "empujón vital hacia adelante" no puede explicarse con palabras!
Gema Setien